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Macron, el anticuerpo del sistema contra Le Pen

Hace solo un año era todavía un semidesconocido ministro de Economía que apenas había logrado sacar adelante una tímida ley liberalizadora. Hoy, es la esperanza para acabar con el auge de la ultraderecha en Francia

JUAN PEDRO QUIÑONERO / AGENCIAS

Emmanuel Macron (Amiens, diciembre 1977), de ideología de centro izquierda, posee una curiosa biografía . Nacido en el seno de una familia de la alta burguesía de provincias, conoció a la mujer de su vida, Brigitte Trogneux, cuando todavía era menor de edad. Ella, profesora de letras en un liceo de élite, en París, también era una burguesa de provincias , casada y veinte años mayor que él, madre de dos hijos.

El joven estudioso y la brillante profesora pasaban los fines de semana y las vacaciones en el Touquet, la primera de las playas parisinas, centro de ocio y recreo de una cierta burguesía muy acomodada, donde las familias de Macron y Trogneux poseen grandes residencias. El jovencísimo Macron y la señora burguesa terminaron muy pronto en un lecho amoroso , en París, en Amiens y el Touquet. Esa relación amorosa entre un estudiante y una madre de familia acomodada, profesora de literatura, con hijos mayores, terminó precipitando el divorcio entre la señora y el padre de sus hijos.

La relación entre el futuro ministro y su antigua profesora se prolongó durante varios años, hasta que la pareja decidió contraer matrimonio, por razones íntimas y profesionales. Los amantes se conocieron cuando él era menor de edad y ella trabajaba como profesora en un liceo público. Con los años, ella cambió el liceo público por un instituto católico próximo al episcopado , donde las aventuras de las madres divorciadas, con hijos mayores, no acaban de encajar muy bien en el currículo oficial.

Tras bastantes años de amor irregular, Emmanuel Macron y Brigitte Trogneux decidieron contraer matrimonio cuando los hijos de ella se disponían igualmente a casarse. De ese modo, el nuevo ministro se convirtió en abuelo, muy prematuramente, al filo de los treinta años , cuando su carrera profesional también había cambiado de rumbo en varias ocasiones.

Los más próximos a Macron reconocen la enorme influencia que ejerce Trogneux sobre el candidato y el activo papel que ésta tiene en la toma de decisiones sobre su exposición mediática. La aparición de ambos en la portada de la revista "Paris Match", solo una semana después de que el entonces ministro lanzara "En Marcha", llenó de vitriolo los comentarios hacia la pareja. "La vida política es muy violenta para el entorno. Los placeres narcisistas a menudo son solitarios, pero las dificultades las compartes", reflexionó en el mismo mitin Macron, antes de proclamar que "cuando sea elegido, Brigitte tendrá su lugar, no detrás ni escondido, sino a mi lado, donde siempre ha estado".

Gran lector de filosofía, pianista aficionado, estudioso, brillante, Macron llegó a afiliarse al PS a los 24 años . Pero fue expulsado rápidamente: sus ideas económicas chocaban con la dirección socialista. Macron cambio el PS por la Banca Rothschild, donde llegó a realizar varias operaciones aparentemente sustanciales, como banquero de negocios.

Macron guardó buenas relaciones entre algunos patriarcas socialistas , como Michel Rocard, antiguo primer ministro, y Jacques Attali, antiguo consejero de François Mitterrand. La irrupción del joven candidato en la política francesa se asemeja a la de un anticuerpo generado por el sistema como vacuna contra el peligro existencial que se cierne sobre él: la ultraderechista Marine Le Pen. En la lógica de un modelo electoral que propicia la bipolaridad, sólo un proclamado antisistema como Macron -profundamente incardinado en la misma elite que pretende reformar- podía retar de frente a la mujer que quiere poner patas arriba la V República francesa.

Hace solo un año era todavía un semidesconocido ministro de Economía que apenas había logrado sacar adelante una tímida ley liberalizadora y que se distinguía más por sus salidas de tono que por su influencia sobre las arcas del país. Si algo buscó Macron desde su entrada en el Gobierno socialista, en agosto de 2014, fue hacerse con una voz propia. Eso le permitió discrepar en asuntos tan centrales como la reforma de la Constitución que impulsó el presidente François Hollande -y que encalló en el Parlamento- para retirar la nacionalidad francesa a los condenados por terrorismo.

La continua búsqueda de un perfil diferenciado, a la derecha del Partido Socialista pero con tintes sociales y cosmopolitas que lo alejan de los conservadores, convirtió a Macron en un ente extraño en la política francesa: un liberal. Y así, de paso, se erigió en la némesis casi perfecta de Le Pen. Dos "intrusos" con visiones opuestas. Proteccionismo y repliegue frente a multiculturalismo y apertura.

«No quiero hacer carrera política, no estaré aquí 15 años», decía en un reciente encuentro en París con mujeres. Su pecado original, no haber sido nunca elegido para un cargo en unos comicios, le privó de ser ministro del Presupuesto en el primer Gobierno de Manuel Valls, en marzo de 2014, pero no así en el segundo, cinco meses después, donde asumió la cartera de Economía de manos del izquierdista Arnaud Montebourg.

Su intención de cabalgar en solitario quedó clara hace un año con el nacimiento del movimiento político "En Marcha", plataforma inspirada en la campaña de Barack Obama en EEUU desde la que lanzó su candidatura presidencial, tras dimitir del Gobierno en agosto.

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